lunes, 22 de septiembre de 2008

UN PASEO INTENSO


Hacía tiempo que no salían las dos yeguas juntas. Desde que Luna supimos que estaba preñada, (qué tristeza recordar que hubieran podido quedarle 20 días para que naciera su hijo de Tapete) y mis hijos, con un verano largo de compromisos ¿?, no pudieron venir a montarlas. Lo hicimos ayer. Andrés montó a Letrada. Andrés ya había montado a la potra y sabe del cuidado que debe tener cuando esta oye el ruido de las motos o las ve, o por los caminos se le presentan de imprevisto, incluso los ciclistas con sus camisetas de colorines. Sólo hay que estar atento, como siempre que se monta a caballo pues no se puede olvidar que este es un deporte de riesgo... y ocurrió. Al remontar una cuesta una moto arrancaba su estruendoso motor y Letrada se previno. Los miré y en ese instante pisó unas maderas, que ciertos desaprensivos arrojan al campo como basurero, y aquel ruido, hizo aumentar la desconfianza de la potra. Casi vi a Andrés en tierra, pero su agilidad de reflejos le permitieron dominar esa desconfianza, y curiosamente sin un espanto, ni por parte de uno ni de la otra. Fueron tres segundos. Después acariciaba Andrés su cuello y le hablaba mientras la moto seguía rugiendo. La potra pareció aceptar la confianza del jinete. Mientras su hermana y yo presenciabamos el lance montados en Luna, que se portó de maravilla en las cuatro horas largas que duró la marcha.

Recuerdo que mi peso es de casi cien kilos y Karla debe estar casi en los cincuenta. Montaba mi hija por segunda vez a la grupa y aunque con agujetas terminó pidiendo otro día para montar. La verdad es que tenemos que aprovechar porque cuando Luna se quede preñada no podremos. Letrada no está preparada para montar con manta grupera. Será cuestión de ponerse.

Antes Karla disfrutó de lo lindo en el paseo. Paramos a echar un trago de agua frente a una sensacional vista de la Bahía de Marbella. Anduvimos por senderos que ella jamás hubiera imaginado y cuando consideré que Luna estaba suficientemente cansada se la dejé montar a ella sola. Le embargaba tal emoción que no sabía como reaccionar. Creo que no se dio muy bien cuenta cuando se encontró sobre la montura. Escogí un llano. Le dije a su hermano que con Letrada amparara a su hermana y que sobre todo no trotaran ni galoparan... para qué les dije nada. De vuelta del tramo que les señalé no sé cómo los vi venir hacia mi a todo galope. Me preocupaba Karla. Su hermano podría defenderse solo. Pero ella era la primera vez que se encontraba en situación tan comprometida... pero de súbito recordé: a luna se le calienta la boca y es muy difícil pararla en el galope tendido... ¡y más en un llano!. Tuve que ponerme delante de la yegua y procurar pararla. El animal cuando me vió aminoró la velocidad y paró unos metros mas adelante. Karla ni se inmutó. No lloró. No le invadió pánico alguno. Eso me gustó. Cuando desmontó le expliqué cómo debía reaccionar en casos así. Le temblaban las piernas de la tensión. Bebió un poco de agua. Nos tranquilizamos todos y seguimos la marcha.

A Karla jamás se le va a olvidar este día.

Ya les decía que Luna había vuelto a ponerse chula.