martes, 23 de julio de 2024

CABALLOS CLONADOS. LA VIDA SEGÚN EL DEDO DE DIOS.

 


Por Amélie Charles - Doctoranda en ciencias de la información, Universidad París Nanterre – Universidad París Lumières


Desde la oveja Dolly en 1996, las técnicas de clonación han progresado continuamente. Pocos individuos tienen los medios para obtener una copia genética de su mascota, como el presidente argentino Javier Milei, quien hizo clonar a su perro favorito. Existe un ámbito en el que esta técnica se ha difundido considerablemente: la cría de caballos deportivos, notablemente en Argentina y en menor medida en Europa.
Entre la élite de los jugadores de polo argentinos, clonar a su mejor caballo es ahora tan común como comprar una propiedad. Obtener un clon cuesta alrededor de 150 000 €.

Lenta pero seguramente, estos clones de caballos se están instalando en los criaderos de deportes ecuestres de alto nivel. Todo comenzó cuando en 2003, el equipo italiano de Cesare Galli "creó" Prometea, la primera potranca clonada de su propia madre. El laboratorio francés Cryozootech abrió en 2005 la era del nacimiento de sementales clones reproductivos. Estas copias de campeones tienen solo una vocación: reproducirse. Este laboratorio de investigación privada creado por Eric Palmer dio origen a Pieraz Cryozootech a partir del campeón mundial de resistencia ecuestre de 1994, que había sido castrado. E. T. Cryozootech, nacido en 2006, se convirtió en el primer clon de un caballo que participó en una edición de los Juegos Olímpicos, en concreto la de 1996 en Atlanta, donde terminó 4.º en salto de obstáculos.
La Federación Ecuestre Internacional (FEI) legisló en 2007 para prohibirlos. Sin embargo, los nacimientos regulares empujaron finalmente a este organismo oficial a autorizar los clones en todas las competiciones que gestiona en 2012. Desde esa fecha, teóricamente es posible montar un clon en las tres disciplinas ecuestres de los Juegos Olímpicos: doma, salto de obstáculos y concurso completo (que incluye las dos pruebas anteriores más un cross). Otra prueba importante de su avance es que un clon permitió ganar por primera vez una competición ecuestre de nivel nacional en 2013.

¿Veremos a un clon de caballo ganar en los Juegos Olímpicos? Para la edición de 2024 en París, nada es menos seguro si se observan las listas de preseleccionados.

El número actual de caballos clonados sigue siendo muy inferior en comparación con las decenas de miles de caballos deportivos nacidos de dos padres. Por otra parte, los clones de caballos olímpicos están destinados a la reproducción más que a una carrera deportiva. Estadísticamente, las "posibilidades" de que uno de ellos consiga la gloria olímpica son muy bajas.

100 000 euros por un embrión de potranca

Sea cual sea el resultado en los próximos Juegos Olímpicos, estas prácticas de clonación están cambiando profundamente la genealogía de los caballos. Durante cientos de años, la información genealógica de los caballos ha cambiado poco: un padre semental y una madre yegua dan... un potro o una potranca. Históricamente transmitidas de forma oral, las listas de ancestros de caballos se convirtieron en registros escritos (conocidos en inglés como stud-books), y desde la década de 1980 han sido digitalizadas. Los modos de gestión digital en la genealogía de los caballos son el tema que estudio en mi tesis en la Universidad de París-Nanterre, en el laboratorio DICEN (Dispositivos de Información y Comunicación en la Era Digital).
La precisión de la información genealógica de los caballos es de gran importancia para sus criadores y compradores. Esta sola información otorga un valor extraordinario a los potros que aún no han visto una pista de concurso o hipódromo. Las inversiones alcanzan los 100 000 euros para obtener un embrión de una yegua campeona. Sin embargo, el propietario no tiene la certeza de que nazca la potranca...

A modo de comparación, un buen caballo de carreras puede negociarse desde 150 000 €, con algunos récords en torno al millón de euros.

Este valor asignado al pedigrí de los caballos deportivos genera inevitables tensiones en el mercado de la reproducción equina. A través de tecnologías reproductivas como la inseminación artificial, los sementales más solicitados en este mercado pueden tener varios miles de descendientes. El muy famoso Diamant de Sémilly, campeón de Francia y luego campeón mundial de salto de obstáculos en 2002, es padre de más de 4 500 potros y potrancas.

¿Qué registro para los clones?

El clon es una copia genética imperfecta de un solo individuo, más o menos equivalente al gemelo de otro caballo.

El clonaje reproductivo tiene como objetivo comercial declarado hacer disponibles nuevos reproductores en este mercado. Pero en la práctica, corre el riesgo de reducir la diversidad genética de los caballos deportivos. Los caballos más destacados podrían ser clonados una y otra vez. Imaginemos que clones reproductivos del semental Diamant de Sémilly (considerado el mejor semental del mundo en 2016) vieran la luz: podríamos tener potencialmente decenas de miles de potros todos provenientes del mismo abuelo, a lo largo de varias generaciones.

Otro cuestionamiento concierne la gestión de los clones en los registros genealógicos. Cada uno sigue sus propias reglas, una gran mayoría se niega a inscribir clones. En Europa, dos aceptan registrarlos: el Zangersheide gestionado en Bélgica, y el Anglo-europeo. Sin embargo, una base de datos informática de genealogía no suele prever que un clon pueda existir. Por ejemplo, la base de datos del instituto francés del caballo y la equitación, Infochevaux, inscribe al clon como hijo o hija de los dos padres del caballo clonado.
Una forma de resolver esta problemática podría ser utilizar una base de datos más flexible, como la base de conocimientos participativa Wikidata, que utiliza grafos. Estos grafos permiten crear y gestionar una filiación específica para clones, con una restricción creada expresamente para ellos. Esta restricción especificará que un clon proviene de un solo "padre".

Finalmente, los avances tecnológicos de la clonación tienen implicaciones éticas evidentes. ¿Y si se hiciera posible clonar a un campeón a partir de un simple cabello de su crin? ¿Habría que vigilar a los mejores caballos deportivos las 24 horas del día, encerrarlos de por vida para evitar que se les tome una muestra corporal con el fin de clonarlos? Sería inconcebible para un animal tan sensible y social como el caballo. Los avances tecnológicos en la clonación sin duda levantarán nuevas cuestiones éticas en los años venideros.

Artículo de Techno-Science 

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