El caballo es una obra maestra de la naturaleza. Y lo es por su genética, su funcionalidad y por ser el animal más útil para el hombre a lo largo de la historia. Es más, creo que los caballos, sea cual sea su raza, por historia y por definición, son el complemento de la humanidad. Imagen de Lectivo III, Yeguada Militar.
Los caballos son animales fascinantes, pues son mucho más que animales de trabajo o transporte. El descanso es fundamental para su rendimiento.
Desde los tiempos antiguos, los caballos han desempeñado un papel clave en la vida de los humanos. Su imponente presencia y carácter noble han inspirado admiración y pasión en quienes los observan, ya sea en campos abiertos o en los escenarios de competencias ecuestres. Pero más allá de esto, los caballos poseen particularidades únicas como su curiosa forma de dormir.
Uno de los aspectos más intrigantes de la biología equina es su forma de descansar. A diferencia de otros animales, los caballos poseen un mecanismo anatómico único llamado aparato de estancia pasiva, que les permite dormir de pie.
Este sistema bloquea las articulaciones de sus patas traseras sin necesidad de esfuerzo muscular, permitiendo que descansen ligeros períodos mientras permanecen listos para reaccionar en caso de peligro. Este mecanismo es especialmente útil para un animal que, en estado salvaje, debe estar siempre alerta.
La bióloga María L. Thomann, explica para el portal La Nación, que para alcanzar la fase más reparadora del suelo, conocida como fase REM, los caballos necesitan tumbarse. Durante esta fase, sus músculos se relajan completamente, y se consolidan las memorias mientras se produce la recuperación física y mental.
Este dato es particularmente interesante, ya que demuestra la importancia de proporcionarles un entorno seguro donde puedan recostarse con confianza. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Tiene caballos en su finca? Conozca estos cuidados básicos)
A diferencia de los humanos, los caballos tienen un ciclo de sueño polifásico, lo que significa que distribuyen su descanso en múltiples períodos breves a lo largo del día y la noche. En total, duermen entre tres y cinco horas diarias, de las cuales solo 10 a 40 minutos corresponden a la fase REM. Este ciclo se divide en tres etapas principales:
Somnolencia ligera: Dura hasta 30 minutos y ocurre principalmente de pie. En esta etapa, el caballos está relajado pero alerta a su entorno.
Sueño profundo no REM: Disminuye la actividad cerebral y muscular. Puede darse tanto de pie como tumbado.
Sueño REM: Fase corta pero esencial que solo sucede cuando están tumbados, permitiendo la recuperación mental.
El tiempo y la calidad del suelo de los caballos pueden variar según su edad, entorno y estado de salud. La bióloga Thomann, asegura que por ejemplo, los potrillos necesitan más horas de sueño que los adultos, mientras que los caballos en entornos seguros se tumban con mayor frecuencia para entrar en fases profundas del sueño. En contraste, el estrés, el dolor o un entorno hostil, pueden reducir su descanso, afectando su bienestar.
Proveerles un espacio adecuado para descansar, ya sea en libertad o bajo cuidado humano, es fundamental para su salud física y mental. Esto incluye áreas amplias, cómodas y seguras donde puedan tumbarse sin temor.
Hablar de la casa Martín es hacerlo de un referente dentro del toro bravo, una familia que puso en todo lo alto al encaste Albaserrada, primero bajo el amparo de los tres hermanos y posteriormente cada uno en solitario. Victorino y Adolfo Martín siguen lidiando gran parte de su camada en plazas de referencia, cosos donde se busca un toro con trapío, ese que pese a su esqueleto sí da esta rama ganadera.
Para trabajar con el ganado bravo es indispensable la presencia del caballo, y eso en esta casa lo llevan a rajatabla. Buscan caballos nobles y con corazón, animales que puedan manejar al ganado tanto en el llano como en las zonas agrestes de la finca. Por todo ello, desde hace años crían animales de sangre pura Lusitana, teniendo como fin el trabajo diario en la ganadería, su preparación para rejoneo y la doma clásica.
Todo comenzó con yeguas base Casquinha y sementales con línea Veiga, todo con una línea pura sangre lusitana también herrada con la A coronada. Esta procedencia, en cambio, está más orientada a la doma clásica, aunque como explicó en alguna ocasión el propio Victorino, «la procedencia es muy torera, y eso hace que todas las líneas de la casa toreen«. La presencia del toro y el caballo en casa de Victorino es algo que no se discute, incluso las yeguas comparten cerca algunas partes del año con las vacas de vientre.
Los animales andan sueltos por los cercados de Las Tiesas, allí conviven tanto machos como hembras. Esto se debe a que están castrados, como muy bien explicó Victorino en un vídeo publicado en el canal de Youtube de la ganadería: «Los castramos. Para que puedan estar juntos, pero también para facilitar después su doma y su dedicación a la disciplina vaquera».
IBN Santa María es el semental árabe que utiliza la casa para cubrir a las yeguas lusitanas, con esto se consigue mezclar ambas sangres y conseguir así un caballo tan bello como funcional. La madre de este semental fue campeona de España de doma vaquera, por lo que sus orígenes son perfectos para cubrir. Un semental que ha sido padre de varios animales con los que ya se trabaja dentro de su yeguada: Tijera, Saladino, Lila, Morao o Tequila, tordos los cinco, se han convertido en la ilusión caballar de la casa.
La modelo y empresaria y Facundo, con quien se casó en mayo de 2024, emprendieron el cruce de Los Andes desde Mendoza. Ella le contó a Teleshow cómo fue la impresionante experiencia con la que recibieron el año.
DE TELESHOW
Las vacaciones de Jimena Cyrulnik y su esposo Facundo iban a ser distintas. La pareja ama viajar. Ya lo hicieron por Tailandia, la Patagonia, Italia, Nueva York, Helsinki (Finlandia). El punto del mapa que señalaron para la nueva aventura fue bien diferente al que recorrieron. “Mi marido estaba buscando ir a ver las auroras boreales”, comenzó a relatar Jimena. Facundo, entusiasmado, exploraba destinos en Escandinavia o Canadá. Sin embargo, mientras buscaba opciones en internet, apareció algo completamente diferente: una cabalgata por la Cordillera de los Andes. “Nada que ver, nada que ver”, admite la modelo y empresaria, “pero terminamos ahí, a caballo entre las montañas”. Antes de darse cuenta, ya estaban planeando esta travesía de cinco días.
Mientras están de regreso a Buenos Aires desde San Rafael, Mendoza, donde se recuperaron luego de la travesía, Jimena le contó a Teleshow las felices peripecias que vivieron entre el 29 de diciembre y el 2 de enero de este año. Al volante va Facundo, con quien se casó en mayo de 2024. Se conocieron hace cuatro años, después de la separación de Jimena con Lucas Kirby, con quien tiene una relación estupenda y se quedó al cuidado de sus dos hijos, Calder y Tyron. “Facundo es el hermano de una amiga, yo estaba separada, él también, y fue espontáneo. Aunque soy amiga de la hermana y ahora cuñada, a él no lo había visto nunca Me gustó su personalidad, su forma de ser, tan única y especial. Yo estaba tranquila, con ganas de estar sola, pero el amor vino, llegó, no lo busqué, después de conocerlo con el tiempo me enamoré”, le contó hace un tiempo a Teleshow.
La experiencia no fue en solitario. “Fuimos con mi marido y con un grupo de gente”, relata Jimena. Al comenzar la travesía, se encontraron con una caravana diversa y animada. “Éramos veintipico”, dice. El grupo incluía cinco italianos, una francesa y varios argentinos. Al frente de la expedición estaba Darío Gallardo, un correntino que emprendió su negocio Gaucho Argentino con travesías en Mendoza en el verano y los Esteros del Iberá en el invierno. “Es un gaucho de pura sangre, un crack. Esta fue su cabalgata número 193”, destaca Cyrulnik. Darío no estaba solo. Lo acompañaban tres baqueanos que viven en esas alturas todo el año. “Ellos son los que arman todo, te guían y están atentos a que no te falte nada”, cuenta Jimena.
Aunque Jimena no se considera una jinete experta, en la escuela secundaria tomó clases de equitación. “Aprendí dos años, y estando allá arriba me di cuenta que me sirvieron bastante”, confiesa. Su caballo, Micky, un hermoso ejemplar pinto, fue un compañero excepcional: “Parecía una cabra. Trepaba, subía y bajaba por las rocas que pensabas ‘por acá no pasa’, pero pasaba”.
Facundo, por su parte, montó a Moñito, otro caballo igual de entrenado para el terreno montañoso. “Son caballos criados acá, en la montaña. Nos dijeron que si traés uno de otro lado, no sirve, no puede hacer esto”, explica Jimena. También relató cómo estos animales seguían al caballo de adelante en fila, ignorando cualquier intento de separarse para, por ejemplo, sacar una foto. “Vos querías ir al costado y ellos volvían a la fila, como diciendo ‘yo sé por dónde ir’”, cuenta.
Uno de los momentos más impactantes de la travesía fue cuando alcanzaron los 3.700 metros de altura. “Desde donde acampamos la tercera noche, podíamos ver la montaña donde cayó el avión de los uruguayos en Los Andes”, dice Jimena. Aunque no era parte de su recorrido, la cercanía al lugar los impresionó. “Estábamos a tres kilómetros”, subrayó. Pero esta expedición no llega hasta allí, aunque otras sí lo hacen.
La caravana, en una ladera de arena volcánica
En la alta montaña, rodeados de manchones de nieve firme
Aunque la intención era completar el trayecto hasta el hito que marca el límite entre Argentina y Chile, no lo pudieron alcanzar debido a la cantidad de nieve acumulada. “Si no está nevado, llegás, pero esta vez había mucha nieve y no pudimos”, explica.
La geografía de la montaña les presentó arduos desafíos. Pero ninguno tan difícil de soportar como la falta de sombra: “Lo más duro de todo es no tener un árbol donde refugiarte”, recuerda Jimena. Desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche, cuando anochece en esta época del año, el sol pegaba sin tregua. “El protector solar no alcanzaba, los sombreros no alcanzaban. Sentías que el sol te quemaba la cara”, dice.
Una guitarreada a la luz de la hoguera. Por las noches la temperatura bajaba a menos de 0 grados
El paisaje volcánico del sur mendocino y el horizonte montañoso fueron el marco de la maravillosa experiencia
Además del calor del día, y a pesar de los caballos entrenados, durante la travesía debieron enfrentar el viento constante, que los obligaba a usar pañuelos para cubrirse la cara y, en su caso, una antiparra de esquí para evitar que el polvo entrara a los ojos. “Igual, por más que usabas todo, el viento te corta, te lastima, y el sol te hace doler. Terminabas con los ojos hinchados por la tierra, los labios agrietados, las manos rasposas y la cara como castigada, como si la montaña te golpeara todo el tiempo”.
Cada noche, cuenta Jimena, ellos mismos debían armar las carpas que les entregaron al inicio de la travesía. “Vos armás tu carpa y ves cómo los caballos se van por la montaña a comer”, relata. Mientras la mayor parte de ellos son liberados de sus monturas y frenos para que se desplacen libremente por el terreno, a otros pocos les sujetan las patas delanteras para evitar que se escapen.
Jimena y Facundo, su esposo desde mayo de 2024
La hora del desayuno, preparado por los baqueanos
La alimentación del grupo era simple y rústica. Había opciones vegetarianas para quienes las preferían, pero casi todos comían, cuenta, “chivitos que carneaban ahí mismo. Yo no fui a mirar cómo lo hacían, pero algunos sí”. Sin mesas ni sillas, dice Jimena, “comíamos en el piso o sentados en un tronco, pero no importaba porque estabas en otro mundo”, recuerda.
Eso fue lo que comieron el 31 de diciembre por la noche: chivito frito. “Brindamos por el Año Nuevo entre las montañas, a 2800 metros de alturas, con cero grados, con viento, sin luz, a la luz de las estrellas, comiendo chivito frito y mirando satélites que pasaban como pájaros”, cuenta.
Jimena y Facundo a la hora de armar la carpa
Una bella mañana: mate y a prepararse para continuar la cabalgata
Lo más impresionante, precisamente, fueron las noches estrelladas. “Nunca vi un cielo así, tan claro, tan único. La noche era silencio y ver estrellas. Sentí una paz que nunca experimenté”, afirma Jimena, describiendo aquella inmensidad.
Pero no todo fue tan bucólico. Las cosas más cotidianas se volvieron complicadas. El baño y la higiene, por ejemplo, fueron parte de los retos de la montaña. “Todo entre las piedras, cada uno se iba a su rincón con mucha toallita húmeda”, explica Jimena. Y subraya que Facundo, en cambio, decidió bañarse los cuatro días bajo cataratas de agua helada. “Se metía con jabón, al lado de bloques de hielo. Yo ni loca”, admite entre carcajadas.
Jimena junto a Darío Gallardo, el correntino que guió la expedición
El trayecto del primer día, como para aclimatarse, fue desde la salida en un paraje llamado Las Loicas, desde donde hicieron 12 kilómetros hasta el Mallín, donde durmieron. La segunda jornada fue la más extensa. Cabalgaron 24 kilómetros por una subida llamada El Finado hasta el Rial Vilchez. El tercero alcanzaron una casa de piedra ubicada a 15 kilómetros. Ya el cuarto día, en el regreso, bajaron por el arroyo Las Mulas hasta el puesto Arroyo Álamos. Y la última jornada fue de 7 kilómetros hasta el punto de partida.
La experiencia, a la empresaria que debió regresar a Buenos Aires para continuar con su emprendimiento de trajes de baño, Xyrus, le dejó marcas físicas, pero también enseñanzas profundas y una conclusión: “Es una travesía para hacer una vez en la vida. Te ponés a prueba, aprendés a valorar lo esencial: desde una sombra, una ducha caliente, una cama”.
Un nuevo estudio ha evaluado la eficacia de la administración oral de ácido cannabidiólico y aceite de cannabigerol/cannabidiol para aliviar el dolor en caballos adultos afectados por osteoartritis crónica
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El cannabidiol (CBD) es un cannabinoide no psicotrópico obtenido del cáñamo (Cannabis sativa L.) utilizado para el tratamiento del dolor en animales de compañía, incluidos los caballos.
En este sentido, un nuevo estudio, publicado por investigadores de las universidades de Messina y la Autónoma Metropolitana de México, ha evaluado la eficacia de la administración oral de ácido cannabidiólico (CBDA) y aceite de cannabigerol/cannabidiol (CBG/CBD) para aliviar el dolor en caballos adultos afectados por osteoartritis crónica (OA).
Para realizar el estudio 24 caballos (10 castrados y 14 yeguas), de entre 11 y 18 años de edad, se dividieron equitativamente en dos grupos. Un grupo recibió aceite de CBDA al 15% y el otro grupo recibió aceite de CBG/CBD (CBG20%-CBD10%) durante 14 días consecutivos.
Tras ello, se eligió una dosis estándar de 0,07 mg/kg en función del peso corporal medio de 450 ± 28 kg. Antes de la administración (T0) y todos los días durante toda la misma (T1-T14), se evaluaron la Escala de Dolor Crónico en Caballos (HCPS) y los parámetros fisiológicos que controlan la frecuencia cardíaca (FC), la frecuencia respiratoria (FR) y la presión arterial (presión arterial sistólica - SAP, presión arterial diastólica - DAP).
Asimismo, se recogieron muestras de sangre para la evaluación del hemograma completo, la identificación y el recuento de la subpoblación leucocitaria y los antígenos de diferenciación leucocitaria CD4 y CD8 el día anterior a la administración (T0) y cada 7 días (T7 y T14).
Los investigadores destacan que se observó una reducción de las puntuaciones de la escala de dolor HCPS y del número de leucocitos, monocitos y neutrófilos y CD8 con el tratamiento con CBDA y CBG/CBD.
También, en el estudio aseguran que no se encontraron diferencias estadísticas en los parámetros fisiológicos y que ningún sujeto efectos adversos. “Los resultados de este estudio mostraron que la administración oral tanto de CBDA como de aceite de CBG/CBD puede promover la reducción del dolor en caballos adultos afectados por OA crónica”, concluyen los investigadores en el estudio.
La Exposición Nacional efectuada en Catapilco tuvo como gran vencedor al Criadero Las Callanas, de Gonzalo Vial Concha, que obtuvo los premios Gran Campeón Macho con Las Callanas Chicuelo y Gran Campeona Hembra con Las Callanas Amor Eterno.
En Catapilco también se hizo la Segunda Final de Pruebas Funcionales, que coronó a Patricio Villar, Cristian Tello y Carlos Rodríguez en la Aparta de Ganado; a Alonso Pacheco, Valentina Cáceres. Carol Cornejo y Manuel Vásquez en Barrilete; y a los propios Pacheco, Cornejo, Raúl Poblete, Jhan Adones y Francisco Ledezma en la Rienda Sin Fronteras.
La Rienda Sin Fronteras se difundió a lo largo del país con interesantes clínicas dictadas principalmente por Rodrigo Castell, pero en las que también participaron otros campeones argentinos como Marcos y Gonzalo Nievas, Pedro Muñoz, además de Alfonso "Chiqui" Navarro.
La Federación de Criadores incorporó nuevos jurados, destacando Teresa Cabezas, la primera mujer. También se sumaron Alejandro Acevedo, Diego Kort y Boris Loyola, quienes ya han jurado exposiciones en la temporada 2024-2025.
Las Escuadras Ecuestres Femeninas partieron con una importante presencia en la Final de Pruebas Funcionales y Expo Nacional en Catapilco; se lucieron en la Semana de la Chilenidad y coronaron el año con una participación en el Mundial del Caballo Peruano de Paso en Lima, apoyadas por las directoras Andrea Castagnoli y Carola Luengo.