martes, 22 de abril de 2008

LETRADA SE ASUSTA

El paso no era seguro, al menos se lo parecía a ella, intenté desengañarla. No quiso. Ya habíamos cruzado el barranco muchas veces, es paso natural hacia el corredor de Acosol. Las lluvias y las escorrentías habían destruido la vereda pero aún se podía ver el fondo y el tramo no era más de medio metro. A un lado el barranco, a otro una charca. No era cuestión de obligar a Letrada que estaba cumpliendo los cuatro años y vernos los dos, o enzarzados o mojados. Desmonté. Pasé delante y ella con su miedo natural de un salto salvó el medio metro. Luego la marcha habitual. Con más aire, con el mismo respeto al ruido de las motos, con la alegría propia de su sangre y el ritmo del mosquero. A la vuelta, llegados al mismo punto la potra dijo nones. Volví a bajarme pero debió parecerle más profundo el paso que no hubo forma de hacerla pasar. Negada absolutamente, ni caricias más o menos bruscas, ni palabras, ni engaños, la hicieron desistir de su cerrazón. Tuve que cambiar el paso por un lugar que se nos había prohibido. Luego pedí disculpas y di razones. No hubo bronca.