Luna y Letrada han salido juntas en dos ocasiones y en las dos ocasiones Luna se ha comportado con excesivo nervio. Tres horas duró el paseo de ayer, un paseo que como es habitual, tiene sus cuestas, pendientes, piedras, agua y pisos varios. Y en ningún momento fue al paso. Siempre al trote, con el esfuerzo suplementario de llevarla siempre en la boca y la tensión evidente entre ambos. Letrada caminó a su ritmo. Andrés que era la primera vez que montaba a caballo y la montaba a ella, la entendió muy bien. Digamos que se compenetraron. Luna me dio el paseo. Es verdad que me gustan los caballos con nervio, porque estos terrenos lo merecen. Es verdad que le falta doma y que a ella le dedico todo el tiempo que puedo, sobre todo desde que hemos decidido volver a intentar la inseminación por Tapete, al llegar la primavera. Pero también es cierto que cuando la compré y salíamos a pasear con Gitana, mi yegua castaña, siempre hizo alarde de ese nervio, que no demostraba, al menos con tanta intensidad, cuando paseaba sola. Eso lo he vuelto a observar en los meses que Letrada ha estado en la escuela. Es curioso pero creo que lo que le pasa a Luna cuando sale al campo acompañada de otra yegua es más un fenómeno sicológico que físico. La pondré en observación. He de confirmar mi teoría para buscar una solución. Ayer cuando llegamos a la cuadra, Letra se quedó pero yo vi conveniente hacer algo que no había podido hacer durante el paseo por precaución a que Letrada no la imitara. Galopar. Temí que Andrés no pudiera controlar las reacciones de la potra. Recuerdo que Andrés era la primera vez que montaba. La forcé en el galope durante treinta minutos aprovechando las pendientes de los alrededores. Al final el cansancio la hizo ir al paso. Sin embargo no es el cansancio, sino el entendimiento, lo que busco para que la compenetración sea máxima.