Cuando trasladé los caballos desde la cuadra de Antonio Portales a Los Manchones me llevé a Marqués, a Flora y a un potro que le compré a Bernardo que estaba en la cuadra. Fue el día 2 de enero del año 2000. El potro provenía de Ronda y por eso se le llamó también Rondeño. Tenía la capa castaña, era calzado de las patas y con los cascos blancos. En apariencia el potro era noble pero tenía sus "cositas". En realidad a mí nunca me dio el más mínimo disgusto. A los dos años se dejó poner el serretón y la montura inglesa. A los dos años y tres meses aceptaba el filete de caucho y la montura vaquera. A todo se fue acostumbrando sin un mal modo.
A los dos años y cuatro meses, el veterinario Francisco Cañizares lo capó. A una oveja que tenía y que la llamé Mora le pegó una patada y la dejó tuerta. El día 24 de marzo del 2002 le dio una patada al vecino de la parcela, Paco, al que le había encargado que me lo cuidara mientras yo estaba de vacaciones. Él imprudente lo sacó de mi cuadra, le puso un cabezón sin el serretón y se lo llevó a su parcela donde en un claro del terreno comenzó a darle cuerda solo con el cabestro del cabezón. El potro extrañó el lugar, le hizo un feo escapándose y en la huida le dio una coz al vecino.
Como quiera que ya no me iba a quedar tranquilo cada vez que encargara a alguien que me cuidara los caballos, decidí caparlo, y aún así ante toda aquella incertidumbre el día 31 de marzo del 2002 cogí el potro y la yegua Flora y los cambié por la yegua Gitana que tenía el corredor de bestias Juani que por aquellos entonces había puesto un picadero en Río Real, debajo de la autopista.
Esa fue mi primera experiencia con un potro.