domingo, 6 de enero de 2008

LETRADA SE ENTREGA

Es una niña. Lo cierto es que no podía esperar otra cosa. En abril cumplirá 4 años. La monto, la monta Andrés que es novato en esto de montar, se deja. Es cierto que tuvo escuela, pero es que su sangre, en honor a la verdad, se lo permite. Recién en la cuadra después de lo del Ranchito la montaba más a menudo. Ahora se monta de domingo en domingo y para calentarla solo unas vueltas de reata en la puerta de la parcela. No acusa nada y veo evidente su evolución. Sin embargo a la salida de la parcela, a solo unos diez metros se cayó, en las últimas lluvias, un talud que corta el camino, pero hay un paso de personas y de bestias. El pasado domingo pasó sin problemas tras de Luna. Hoy me ha rehusado, se me puso de manos, y no había forma de hacerla pasar. Me bajé, y tampoco así pasaba. Le tapé los ojos y tampoco pasaba, por suerte, pasó por el camino Juan, un vecino, y poniéndose tras de ella la hicimos pasar. Luego de la primera vez la hice pasar dos veces más, con caricias y susurros, y ya sin problemas. Durante el paseo, en el camino otro talud, esta vez no de barro, sino de piedras nos impedía el paso seguro. Era necesario pasarlo bajándose. El fin de semana pasado lo hizo con ayuda jaleandola desde atrás. Este ha pasado sola, no sin antes un par de rehuses. Luego anduvimos por caminos desconocidos y carreteras. Fue avisada pero manejable. A la vuelta con camino más conocido por ella suave como un guante. Y en los obstáculos pasó sin problemas y sin ahitarla. Una cosa me asombró. Se dejó manejar para que desde su lomo pudiera abrir y cerrar una cinta que guardaba ganado vacuno. ¡Vamos como si hubiera estado toda su vida en una ganadería de bravo abriendo y cerrando cercados!