Para los árabes de la edad media, aquellos que se instalaron en la península Ibérica tras el 711, el caballo es considerado alma del espíritu y lo cuidaban como a ellos mismos.
"La edad que se considera buena para que los caballos engendren hijos robustos y sanos es la señalada de 4 a 14 ó 15 años. Aunque ya desde los 2 ó 3 años el caballo está capacitado para cubrir a la hembra, y puede llegar a los 20, e incluso a los 30, manteniendo su capacidad reproductora, los potros que nazcan corren el riesgo de ser débiles y enfermizos.
En realidad en la actualidad no es costumbre aparear entre la misma sangre de primer grado. Científicamente no es aconsejable aunque algunos ganaderos, sobre todo en el caballo español, la hayan practicado para mejorar la raza.
"La época de apareamiento es la primavera, oscilando entre los meses de marzo y mayo. La gestación oscila entre diez y once meses.
Para conocer si el potro que va a nacer será macho o hembra se tiene en cuenta que si el caballo se desmonta de la yegua por el lado derecho, el potro será macho y si lo hace por el izquierdo será hembra. También se dice que si la ubre derecha es la primera en llenarse de leche, el feto será macho y si es la izquierda, hembra. Esta idea refleja la creencia tradicional de tipo médico, procedente de Anaxágoras (s. V a. C.) e incorporada al Corpus Hippocraticum, de que los órganos sexuales situados en el lado derecho engendran varones y los situados en el izquierdo hembras, y que, en general, la derecha sugiere fuerza y vigor, la izquierda debilidad."
Hoy en día como se entenderá los avances genéticos no tienen en cuenta estas apreciaciones del pasado.