martes, 11 de marzo de 2008

LA RUTA DE LAS MOTOS



El domingo fui de mesa electoral, de manera que el sábado fue el día indicado para montar. Pensé coger a Luna, pero la verdad es que no me atrevo. Luna se pone muy seria cuando la monto y no me gustaría estropear la ilusión puesta en ese potro que nacerá en octubre. A Letrada pues. Y otra vez de marcha larga. Cinco horas en total. Lo cierto es que prefiero este tipo de entrenamiento, largo y con variantes dificultosas para medir todas las posibilidades de la potra. Durante el trayecto de entre las cosas que da tiempo a pensar, lo hice en la posibilidad de preñarla. En Coín está la parada militar y este año ha venido un caballo Há, que lo he visto el lunes, de buenas hechuras y de primera generación. Vengador se llama y es hijo de padre PRE (Negus IV) y de madre PRá (Hablilla) lo que pasa es que si se preña me quedo sin montar y a eso no puedo renunciar. De manera que entre tramo y tramo decidí que será Luna la que se preñe para darme los productos hembras que quiero tener y Letrada me dará un buen semental.

En este recorrido paré dos veces una junto al río y la otra a mitad del camino. Junto al río se mostró incomoda la potra, o bien por el lugar elegido para amarrarla o por proximidad del caudal. No estuvimos mucho tiempo. Reemprendimos la marcha y encontré una variante de la ruta cerrada y en vez de volver sobre mis pasos pensé seguir poniendo a prueba la potra. Tomamos unas rodadas de las motos de montaña, que dicho sea de paso horadan los cerros de este bello termino de Ojén, convirtiéndolos en pistas de motocros, en ascensión permanente y muy pronunciada de dos kilómetros y Letrada, incansable, se las bebió literalmente, tal es así, que en un momento dado no pude reaccionar a tiempo y enganché la camisa en una baja rama de un pino que provocó un girón de tal magnitud en las prendas que tuve finalmente que arrojarlas a la basura. Esa fue la segunda vez que paré, una vez culminada la cima del cerro. A ver los desaguisados de mi ropa. La vuelta mas tranquila al ritmo que ella marcaba.

Sin lugar a dudas decidí seguir montándola y esperar a que sea más mayor para que se quede preñada.