TOLUCA, Méx., diciembre 24 (EL UNIVERSAL).- La equinoterapia se ha consolidado como una disciplina revolucionaria, donde caballos y seres humanos se conectan de manera única, generando sanación tanto física como emocional. Esta práctica, que tiene como protagonistas a caballos entrenados especialmente para la terapia, ofrece a quienes enfrentan capacidades diferentes una forma de sanar, conectar y superar limitaciones de una manera profundamente efectiva.
Juan López, experto en el área ecuestre, nos abre las puertas de un mundo donde los caballos son mucho más que animales. Son terapeutas, amigos y compañeros que facilitan procesos de sanación emocional en personas con condiciones como el síndrome de Down o el autismo.
El centro cuenta con instalaciones de primer nivel, diseñadas específicamente para garantizar tanto el bienestar de los caballos como el de los jinetes. Con amplias caballerizas, potreros de gran tamaño y espacios para que los animales se muevan libremente, todo está dispuesto para que los caballos estén en óptimas condiciones. Esta dedicación es esencial para asegurar que cada sesión de equinoterapia sea eficaz y segura.
Sin embargo, la magia de esta terapia no solo radica en el entorno adecuado o la destreza de los caballos, sino en la conexión emocional que se establece entre los jinetes y los animales.
López también hizo hincapié en la importancia de la seguridad en la práctica de la equinoterapia. Para los niños con condiciones como el síndrome de Down, es fundamental un examen médico previo para garantizar que la actividad no represente un riesgo.
Por otro lado, los caballos que participan en las sesiones reciben un cuidado constante, que va desde visitas veterinarias regulares hasta un mantenimiento biomecánico que favorezca su movilidad y resistencia. López menciona que cada caballo tiene una función distinta dependiendo de la disciplina que se practique, ya sea salto, adiestramiento o equinoterapia.
Lo que más impresiona de la equinoterapia es cómo esta práctica genera resultados visibles en los jinetes. Los niños que antes tenían dificultades para comunicarse o moverse, empiezan a ganar confianza, mejoran su equilibrio y coordinación, y lo más importante, se sienten más seguros y valorados.
Es fascinante cómo, a través de esta práctica, las personas encuentran en los caballos una especie de espejo de sus emociones, una guía que, sin juzgar, los acompaña en su proceso de superación personal. La equinoterapia no solo es una práctica física, es una experiencia profundamente transformadora que va más allá de lo visible.
Los caballos, con su nobleza y sensibilidad, logran tocar el alma de quienes se abren a esta experiencia. En la equinoterapia, los caballos no solo enseñan a montar, sino que, con cada paso, ofrecen una lección sobre empatía, confianza y superación personal. Y, al final, se confirma que este arte de sanar, junto a estos maravillosos animales, es más que un deporte: es una forma de vida que cambia y transforma para siempre.
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