Sierra Parda se sitúa al noroeste de Ojén, en ella arraiga el bajo matorral y su tierra es de color rojizo. Poblada de abundante fauna, desde su ladera sur se contempla la bahía de Marbella.
El día insultantemente primaveral invitaba a un paseo largo por sus desnivelados caminos llenos de magia.
El día insultantemente primaveral invitaba a un paseo largo por sus desnivelados caminos llenos de magia.
A lo largo de todo el recorrido, que viene a durar de seis a ocho horas, encontramos pequeños enclaves dónde los ojenetos han sabido labrar la tierra haciéndola parir ricas huertas.
La primera parada. Puente sobre el camino. Letrada busca la sombra a la orilla del arroyo, y los perros, Kazán y Melón olfatean la ruta.
A esa hora a la yegua le comienzan a molestar la moscas. Son de las primeras del año. las que más pican, las más cabreantes. Es tiempo por tanto de ponerle al pienso el ajo inhibidor.
Kazán aprovecha su tiempo.
Mi perro blanco nunca le hace ascos al agua, ni en el invierno más crudo. Claro que en estas tierras hablar de invierno crudo suena a broma.
Uno de los dos ojos del puente sobre el arroyo.
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