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Hace unos 4200 años que comenzó “el primer experimento de globalización”: la equitación permitió a la gente viajar más lejos y más rápido que nunca, lo que estimuló la migración por toda Europa y Asia.
Durante miles de años, los caballos han desempeñado un papel fundamental en las sociedades humanas de todo el mundo. Estos equinos ayudaban a los primeros agricultores a arar sus campos, transportaban a la gente más lejos y más rápido, y daban a los guerreros una ventaja competitiva en la batalla. Pero entre los expertos siempre han existido dos dudas persistentes: ¿cuándo y dónde aprendimos a domesticar los caballos salvajes?
Todo parece indicar que hay que remontarse al año 2200 a. C. para encontrarnos con los primeros indicios de control reproductivo del linaje de caballos, según una investigación publicada en junio de este año por Ludovic Orlando, arqueólogo molecular de la Universidad Paul Sabatier de Toulouse (Francia). Este mismo investigador ya publicó en 2021 un estudio similar en colaboración con más de 100 científicos de dos continentes para dar con el lugar donde comenzó todo: el sur de Rusia.
Los estudios (en los que se reconstruyeron los genomas de caballos antiguos a partir de esqueletos encontrados en yacimientos de Portugal a Mongolia) aportan pruebas fehacientes de que, de los tres lugares principales en disputa, Anatolia, Iberia y las estepas euroasiáticas occidentales, el último es probablemente el lugar de nacimiento de los caballos domésticos modernos, Equus caballus.
Destaca una región del sur de Rusia, cerca de la intersección de los ríos Volga y Don. Esta región ganadera ya tenía indicios arqueológicos indirectos de la domesticación del caballo, pero las investigaciones sobre el ADN han demostrado que los caballos domésticos modernos se remontan a equinos que vivieron aquí hace entre 4700 y 4200 años.
Como los habitantes de la región del Volga-Don criaron caballos para domesticarlos y rápidamente empezaron a emigrar a nuevos lugares con ellos, esta nueva línea de caballos pronto se extendió desde Europa occidental hasta Asia oriental y más allá.
La migración "fue casi de la noche a la mañana", afirma Orlando, cuyo estudio se publicó en Nature. "No fue algo que se acumulara a lo largo de miles de años".
"A medida que se expandieron, sustituyeron a todos los linajes anteriores que vagaban por Eurasia", afirma. El caballo doméstico que conocemos hoy "es el ganador, el que vemos por todas partes, y los otros tipos son, en cierto modo, los perdedores".
Es más, la equitación y los carros de guerra tirados por caballos, que eran comunes unos cientos de años después de la domesticación de los equinos, cambiaron la dinámica de poder entre las sociedades y probablemente estimularon aún más la propagación del nuevo caballo.
Construir un caballo mejor
Los registros arqueológicos e históricos sugieren que, de repente, hace unos 4200 años, las poblaciones de caballos se dispararon misteriosamente por toda Eurasia. ¿El cambio climático amplió las praderas y proporcionó más hábitat a los caballos? ¿Se criaron manadas al mismo tiempo en todo el mundo? ¿O compartían estos caballos domesticados un origen común?
Sólo en la última década, aproximadamente, la tecnología para analizar el ADN antiguo a partir de materiales conservados, como huesos y pelo, se ha perfeccionado lo suficiente como para investigar cuestiones tan amplias.
Así pues, es muy probable que en la Europa y Asia de la Edad de Bronce ya se domesticaran caballos. El E. caballus evolucionó a partir de herbívoros de baja estatura parecidos a los caballos que vagaban por las praderas norteamericanas ya en el Eoceno (que comenzó hace unos 56 millones de años) y cruzaron el puente de Bering durante la última glaciación.
Para su investigación, Orlando y un equipo internacional de recolectores de huesos recorrieron museos y yacimientos arqueológicos hasta reunir material suficiente para analizar 273 genomas individuales de restos de caballos hallados en Europa y Asia central. Comparando la composición general de los genomas a lo largo del tiempo y el espacio, pudieron determinar cuándo y dónde evolucionó el patrimonio genético de los caballos.
Los mapas genéticos revelaron una gran diversidad entre los caballos domesticados antes de hace unos 5000 años, que pronto se redujo a medida que los humanos empezaron a criar selectivamente a los animales por rasgos como la resistencia, la docilidad y la capacidad de soportar el peso humano, creando retoques genéticos que dieron lugar al caballo que conocemos hoy.
El estudio publicado en 2021 aportó "por fin pruebas genéticas de caballos que vivieron en el [marco temporal] pertinente y en la región adecuada”, afirma Vera Warmuth, bióloga de la Universidad Ludwig-Maximillans de Múnich (Alemania), cuyos modelos de investigación identificaron el Volga-Don como posible origen de la domesticación del caballo hace más de una década.
“Nuestro propio trabajo predijo una rápida propagación fuera de esta zona, y esto es lo que también sugiere este artículo”, escribe Warmuth en un correo electrónico.
Una historia compartida
Las comunidades de toda Eurasia que ya estaban familiarizadas con los caballos podrían haber acelerado la expansión del caballo del Volga-Don, afirma Kate Kanne, arqueóloga de la Universidad de Exeter del Reino Unido que no participó en el estudio.
“Creo que ocurrió rápidamente porque esas infraestructuras ya existían y al menos algunas personas tenían conocimientos sobre la cría de caballos”, afirma Kanne.
A medida que los caballos domesticados se extendieron tras la Edad de Bronce, los humanos fueron recorriendo distancias más largas que nunca, lo que dio lugar a un aumento del comercio y la transferencia de conocimientos entre sociedades, así como de la movilidad. Y cuando la gente se trasladaba, se llevaba consigo a sus caballos, explica Orlando.
Lo llama “el primer experimento de globalización. El mundo se hizo más pequeño, simplemente porque teníamos el caballo”.
Por ejemplo, algunos de los primeros indicios de la domesticación del caballo proceden de la cultura Sintashta de la Edad de Bronce, en el sur de Rusia, donde el descubrimiento de restos de caballos junto con ruedas antiguas dan idea de la importancia de los equinos para el transporte. Y no sólo eso: el calendario de la evolución genómica humana en algunas partes de Eurasia refleja fielmente el de los caballos.
“La historia de los humanos está envuelta en el ADN de los caballos”, afirma Kanne. La relación entre las personas y sus caballos es “realmente interesante para mí... cuenta la historia de nuestras dos especies en el ADN”.
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